Todo paso
allá por el 2004 o 2005 no recuerdo muy bien, era el cumpleaños de Elizabeth y
junto a mi mejor amiga decidimos ir a distraernos con los chicos de la
promoción. Recuerdo que en ese tiempo me llegaba altamente si estaba bien
vestida, o si mi ropa combinaba o si estaba maquillada o desgreñada.
Era moda
adolescente no seguir modas.
Agarré el
primer jean que vi (mis jeans son lindos) y un chaleco verde algo grande…y me
fui con ella..
Casi al
llegar, nos encontramos a él y su amigo.
Él tenía
una guitarra y cuando nos vieron de inmediato nos pasaron la voz (o quizás fuimos
solas).
Mi amiga
que era muy parlanchina estaba muy cómoda, todo lo contrario a mí que trataba
de disimular, pues estaba recontra aburrida e incómoda.
Creí que
agarrando la guitarra y simular tocarla el tiempo se pasaría más rápido...pero
no.
Mientras
maldecía a mi amiga por no darse cuenta que me quería ir y que quería que me
trague la tierra, él me miró y dijo:
-"Te
enseñaré a tocar guitarra"
Acomodó
la guitarra, tomó mi mano para ponerla en los trastes, tomó la otra para
acomodarla en las duras cuerdas.
Sentí que
me derretía o que en cualquier momento vomitaría.
Él dijo:-
presiona esta cuerda., ahora esta, muy bien, pero no dejes de presionar la de
arriba. Eso hice, o creí que hacía.
(Con un
dolor espectacular ya que las cuerdas me resultaban muy duras, continuamos...)
Juro que
salió un sonido maravilloso.
Él
sonrió...
-¿Es la
primera vez que agarras una guitarra no es así?- me dijo.
-Sí - contesté.
-Se nota,
tus dedos son cortos…pero debes practicar hasta que a tus dedos le salgan
ampollas.
Empezó a
tocar una canción de libido, era un momento sublime.
Se quedó
en la mitad de la canción y me sonrió
-Tocas
chévere...le dije
No, aun
me falta un montón, me gustaría ser músico, es decir que esa sea mi profesión y
mi fuente de vida.
“Vivir de
la música”, que alucinante sería eso –le dije
Recuerdo
que sonrió con esperanza y mucho optimismo, la seguridad que irradiaba era reconfortante.
En aquel
entonces yo quería estudiar comunicación, soñaba con ser periodista pero me
pregunté a mi misma si tenía la convicción que tenía él para contárselo, quizás
por evitar preguntas o quizás por no
tener respuestas a estas.
Desde ese
día cada vez que veo una guitarra me acuerdo de él.
No es que
me haya enamorado de él, eso lo tengo claro, pero lo recuerdo mucho porque son
esas anécdotas que transmiten mucho.
Fueron
palabras cortas con significado largo.
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