martes, 18 de diciembre de 2012

Pero dos no es igual a uno mas uno




Álvaro tiene 23 años, es un año más joven que yo y se lo recuerdo siempre que nos vemos pues solo así puedo imponer mi autoridad en asuntos sin importancia con el único objetivo de reírnos, es de esas personas nobles con humor ácido, a simple vista pareciera que es ido y en realidad lo es pues le he contado algunas cosas en más de tres ocasiones y tiene expresiones de asombro como si recién las captara.

Tengo la certeza de que si en estos mismos momentos agarro el teléfono , marco su número y le digo que necesito hablar con él, no tendría reparos en venir pues es una persona en la que puedo confiar y sobretodo recurrir en momentos difíciles. Es el primer chico ante quien lloré, en ese entonces el motivo fue algún ex novio, pues en mi afán de pretender ser una heroína dramática vivía ilusionada de la persona menos indicada. Sin embargo ahí estaba Álvaro para decirme, no te preocupes…pasará.

Cuando él me contó que estaba enamorado de una chica, me pareció excelente pues en ese tiempo estaba con aquel novio “menos indicado” y de alguna forma me dio gusto saber que palparía el amor en su corazón.

Sin embargo pasaban las semanas y de todas nuestras extensas conversaciones de patas, él nunca la mencionaba, supuse que algo no andaba bien, así que pregunte y hallé respuesta: la chica tenía novio y estaba con mi amigo sin reparos ni modulaciones, él le pagó la membresía completa del Golds Gym y con mis ojitos vi que le depositaba dinero, la recogía en taxi y cuando no podía le mandaba igual al taxi, le regalaba cosas de Unique, entre otras cojudeces.

No me pareció correcta la actitud de ella pues todas nosotras las mujeres, sea cual sea la nacionalidad o de cualquier planeta, nos damos cuenta cuando un caballero, varón, tipo, hombre, poco hombre, chico, pata etc, se enamora de una y peor aun hasta qué grado se puede querer de acuerdo al temperamento del chico, hay quienes se deprimen en la más profunda tristeza cuando las cosas no salen cómo anhelaban, pues mi amigo era asó, muy sensible…

Sería que ella estaba jugando con él??  O es que mi amigo confundió todo? Lo pensé y lo volví a pensar, pero fue después de varias anécdotas que él me contó sobre ella que decidí  por la primera opción, a lo que Álvaro solo atinó a decirme:

 Noemi, tu eres mi amiga, pero no me hables de ella.

En realidad lo que me quiso decir fue: No hables mal de ella que no lo tolero.
Lo miré a los ojos por unos 15 segundos y después de un silencio sepulcral y mis ganas de abrirle los ojos, y de paso darle un cabezazo, solo atiné a cruzar los brazos y cambiar de tema.

No volví a saber del tema hasta una tarde de verano ( en realidad no me  acuerdo cuando fue, pero hacía calor) que me llamó como a las 2 de la tarde y me dijo: “Vamos a Mala” , no me sorprendí porque solemos hacer cosas arrebatabas, pero su tono de voz era distinto.

-Por supuesto que sí, vamos!- le dije.
Salí del trabajo, saque plata del cajero y lo esperé para tomar el Maleño, demás está decir que estaba medio emocionada porque no conocía Mala.
Cuando ya estábamos en el bus noté que su expresión era de tristeza, me dijo que quería dormir y que lo despierte cuando lleguemos.

Estás loco? – le dije.
Vamos a conversar como dos viejas …
Eso no hizo que sonriera ni una pizca.
Me puse seria y le dije entre tanto bache del bus: - ¿Qué ha pasado?, no me mientas.
Álvaro miro a la ventana que era el asiento que él escogió y sólo pronunció: Amelia está embarazada.

Me quede en shock pues no sabía que preguntarle si el hijo era suyo o reclamarle como es que no se cuidó, me quedé absorta y con cara de babosa, imagino que se percató de mi expresión, por lo que me dijo: “y noooo, no es mío”, con harto énfasis en el nooooo

Mi alma volvió al cuerpo, pues no me hubiera gustado que su futuro se trunque así, tuve ganas de decirle que la flaca esa es una bitch pero me aguanté tomando en cuenta que sus ojos estaban llorosos, igual él no me escucharía pues cuando uno se enamora ciegamente no escucha, se pierde esa facultad.

En ese momento supe que si me llamó para salir de Lima era porque quería olvidarse aunque sea por un rato de su situación, así que no quise agobiarlo con mis preguntas y/o reproches, sólo atiné a decir: no te preocupes…pasará.

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