sábado, 13 de marzo de 2010

Yo te enseño a tocar guitarra

Todo paso allá por el 2004 o 2005 no recuerdo muy bien, era el cumpleaños de Elizabeth y junto a mi mejor amiga decidimos ir a distraernos con los chicos de la promoción. Recuerdo que en ese tiempo me llegaba altamente si estaba bien vestida, o si mi ropa combinaba o si estaba maquillada o desgreñada.

Era moda adolescente no seguir modas.

Agarré el primer jean que vi (mis jeans son lindos) y un chaleco verde algo grande…y me fui con ella..

Casi al llegar, nos encontramos a él y su amigo.

Él tenía una guitarra y cuando nos vieron de inmediato nos pasaron la voz (o quizás fuimos solas).

Mi amiga que era muy parlanchina estaba muy cómoda, todo lo contrario a mí que trataba de disimular, pues estaba recontra aburrida e incómoda.

Creí que agarrando la guitarra y simular tocarla el tiempo se pasaría más rápido...pero no.

Mientras maldecía a mi amiga por no darse cuenta que me quería ir y que quería que me trague la tierra, él me miró y dijo:

-"Te enseñaré a tocar guitarra"

Acomodó la guitarra, tomó mi mano para ponerla en los trastes, tomó la otra para acomodarla en las duras cuerdas.

Sentí que me derretía o que en cualquier momento vomitaría.

Él dijo:- presiona esta cuerda., ahora esta, muy bien, pero no dejes de presionar la de arriba. Eso hice, o creí que hacía.

(Con un dolor espectacular ya que las cuerdas me resultaban muy duras, continuamos...)

Juro que salió un sonido maravilloso.

Él sonrió...
-¿Es la primera vez que agarras una guitarra no es así?- me dijo.

-Sí - contesté.

-Se nota, tus dedos son cortos…pero debes practicar hasta que a tus dedos le salgan ampollas.

Empezó a tocar una canción de libido, era un momento sublime.

Se quedó en la mitad de la canción y me sonrió

-Tocas chévere...le dije

No, aun me falta un montón, me gustaría ser músico, es decir que esa sea mi profesión y mi fuente de vida.

“Vivir de la música”, que alucinante sería eso –le dije

Recuerdo que sonrió con esperanza y mucho optimismo, la seguridad que irradiaba era reconfortante.

En aquel entonces yo quería estudiar comunicación, soñaba con ser periodista pero me pregunté a mi misma si tenía la convicción que tenía él para contárselo, quizás por evitar preguntas o  quizás por no tener respuestas a estas.

Desde ese día cada vez que veo una guitarra me acuerdo de él.
No es que me haya enamorado de él, eso lo tengo claro, pero lo recuerdo mucho porque son esas anécdotas que transmiten mucho.

Fueron palabras cortas con significado largo.



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