domingo, 11 de diciembre de 2016

Chorrillos

En Chorrillos Estudié 3 años de mi vida que siendo sincera recuerdo con mucha lealtad, nostalgia y cariño; en dicho instituto conocí a quien fue mi enamorado por casi tres años y además a Kathy, una de mis mejores amigas, que aunque no nos encontremos muy seguido, la adoro.

Hace poco volví al instituto para hacer un trámite laboral y debo reconocer que se me escarapeló el cuerpo al recorrer la misma Calle Zepita con Olaya, la misma iglesia San Pedro (algo desmejorada), la misma tienda donde sacaba copias y sobretodo aquel parquecito frente a la tienda más recurrida por los estudiantes ansiosos de salir de las aulas (que en ese tiempo llamaban “jaulas”) que tantos, pero tantos recuerdos dejaron en mi mente.

Caminar desde el Malecón de Chorrillos hasta Sagitario o Andrómeda, era lo común para mí, ir al Carbonazo de Huaylas una delicia, aunque en ese tiempo de estudiante era un lujo que ya al trabajar se volvió una costumbre.

Todo está conectado con aquel distrito. Mi primer empleo fue en un colegio militar de ahí en los que permanecí 5 años de mi vida, en realidad los mejores años de mi juventud, pues fue ahí donde conocí a gente maravillosa pero sobretodo conocí a “la gente”, es decir, llegar a los 20 años e irse a los 25 es prácticamente formarse integralmente conociendo lo bueno y lo malo de la vida.

A Chorrillos  me mudé sola en el año 2010, no en soledad, sino en independencia. Ese fue un año muy fructuoso e importante, un año en el que un diablillo en mi oreja me decía que era la oportunidad perfecta para vivir la juventud libre y experimentar de todo, sin embargo terminé escuchando la otra voz que decía que mi prioridad era el trabajo y los estudios. Recuerdo haberme quedado hasta la media noche en el trabajo en varias oportunidades, época de cierre (solía decir), y no era explotación porque lo hacía por voluntad propia, mi departamento quedaba a cuadras de mi chamba y yo no me hacía problema. Una locura total.

Mi mudanza coincidió con el hecho que no tenía enamorado, aun creo que hasta hoy mi madre no lo cree totalmente, pero de todo ese tiempo viviendo sola, debo haber llegado de madrugada, de alguna fiesta o concierto unas 3 veces, no más.

O era muy responsable o era muy lorna, aun no lo decido en realidad.

Plaza Lima Sur era mi punto frecuente cuando salía con algún grupo de amigos o a realizar cualquier compra y demás, todo era Plaza Lima Sur, no sé si por cercanía o por camote pero me sentía como pez en el agua.
Por picaronería del destino (porque no le encuentro otra explicación), mi novio es Chorrillano. Arturo llega a mi vida en un momento en el que estaba en orden con mis sentimientos y mis convicciones, a él lo conocí por primera vez en la estación del Metropolitano en Matellini, estación por la que había pasado miles de veces, quizás en una de esas veces nos hemos cruzado sin saber que en un futuro el destino nos uniría con un amor honesto y preciso.


Pronto regresaré a Chorrillos, pero esta vez a empezar una nueva vida junto a Arturo, ahora con la seguridad de que es un nuevo reto y nuevo camino. Ahora no hay voces que me digan  que salga a divertirme un viernes por la noche o que me acueste temprano para madrugar al trabajo. Ahora sé lo que es correcto y adecuado, es parte de la vida madurar y eso conlleva una gran responsabilidad.







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