En
Chorrillos Estudié 3 años de mi vida que siendo sincera recuerdo con mucha
lealtad, nostalgia y cariño; en dicho instituto conocí a quien fue mi enamorado
por casi tres años y además a Kathy, una de mis mejores amigas, que aunque no
nos encontremos muy seguido, la adoro.
Hace
poco volví al instituto para hacer un trámite laboral y debo reconocer que se
me escarapeló el cuerpo al recorrer la misma Calle Zepita con Olaya, la misma
iglesia San Pedro (algo desmejorada), la misma tienda donde sacaba copias y
sobretodo aquel parquecito frente a la tienda más recurrida por los estudiantes
ansiosos de salir de las aulas (que en ese tiempo llamaban “jaulas”) que
tantos, pero tantos recuerdos dejaron en mi mente.
Caminar
desde el Malecón de Chorrillos hasta Sagitario o Andrómeda, era lo común para mí,
ir al Carbonazo de Huaylas una delicia, aunque en ese tiempo de estudiante era
un lujo que ya al trabajar se volvió una costumbre.
Todo
está conectado con aquel distrito. Mi primer empleo fue en un colegio militar
de ahí en los que permanecí 5 años de mi vida, en realidad los mejores años de
mi juventud, pues fue ahí donde conocí a gente maravillosa pero sobretodo
conocí a “la gente”, es decir, llegar a los 20 años e irse a los 25 es prácticamente
formarse integralmente conociendo lo bueno y lo malo de la vida.
A
Chorrillos me mudé sola en el año 2010,
no en soledad, sino en independencia. Ese fue un año muy fructuoso e importante,
un año en el que un diablillo en mi oreja me decía que era la oportunidad
perfecta para vivir la juventud libre y experimentar de todo, sin embargo
terminé escuchando la otra voz que decía que mi prioridad era el trabajo y los
estudios. Recuerdo haberme quedado hasta la media noche en el trabajo en varias
oportunidades, época de cierre (solía decir), y no era explotación porque lo
hacía por voluntad propia, mi departamento quedaba a cuadras de mi chamba y yo
no me hacía problema. Una locura total.
Mi
mudanza coincidió con el hecho que no tenía enamorado, aun creo que hasta hoy
mi madre no lo cree totalmente, pero de todo ese tiempo viviendo sola, debo
haber llegado de madrugada, de alguna fiesta o concierto unas 3 veces, no más.
O
era muy responsable o era muy lorna, aun no lo decido en realidad.
Plaza
Lima Sur era mi punto frecuente cuando salía con algún grupo de amigos o a realizar
cualquier compra y demás, todo era Plaza Lima Sur, no sé si por cercanía o por
camote pero me sentía como pez en el agua.
Por
picaronería del destino (porque no le encuentro otra explicación), mi novio es Chorrillano.
Arturo llega a mi vida en un momento en el que estaba en orden con mis sentimientos
y mis convicciones, a él lo conocí por primera vez en la estación del Metropolitano
en Matellini, estación por la que había pasado miles de veces, quizás en una de
esas veces nos hemos cruzado sin saber que en un futuro el destino nos uniría
con un amor honesto y preciso.
Pronto
regresaré a Chorrillos, pero esta vez a empezar una nueva vida junto a Arturo,
ahora con la seguridad de que es un nuevo reto y nuevo camino. Ahora no hay
voces que me digan que salga a
divertirme un viernes por la noche o que me acueste temprano para madrugar al
trabajo. Ahora sé lo que es correcto y adecuado, es parte de la vida madurar y eso
conlleva una gran responsabilidad.
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