viernes, 24 de febrero de 2017

Familia

El miércoles fui a la fiesta de mi sobrino Gonzalo, el cumplió 5 años y me entusiasmó la idea de conocer la casa donde vive mi hermano y mi cuñada, me habían contado que era una casa muy cálida con un jardín enorme y es que, generalmente, los terrenos en Pachacamac tienen esa característica (tipo campestre).

Mi hermano llegó antes a mi casa para recoger los bocaditos que estaban listos y nos enseño la decoración que él mismo mandó a preparar con fotos de Gonzalo. Su sonrisota en una foto me encantó, era una decoración personalizada a gusto, obviamente, del cumpleañero y en ese caso era referente a la temática de bomberos; a Gonzalo le encantan los bomberos y siempre dice que cuando crezca quiere ser el mejor bombero del Perú. 

Llegamos a la casa y junto a mi hermana mayor  arreglamos toda la sala para poder decorar con los globos y adornos que mi hermano mandó a hacer.  A los minutos llegó mi cuñada con la torta y continuamos decorando todo.

Ambos estaban exhaustos de mover mesas, sillas, inflar globos, acomodar los cupcakes, doblar las cajitas para torta, despolvar las bandejas, contar las sorpresas y un largo etcétera.

Me gustó el trabajo en equipo que ambos realizaron, ambos estaban entusiasmados. Parecían hormiguitas trabajando.

Grande fue mi sorpresa cuando, casi a la mitad de la reunión, llegó el papá (biológico) de Gonzalo con toda su familia, padres y hermanas, en una camioneta negra y enorme, todos obviamente ingresaron, se sentaron y con regalos bastante pomposos se integraron al ágape.

Por fin pude conocer al papá de Gonzalo, un chico bastante joven y de poco entusiasmo. Si peco de opinóloga podría decir que noté que había asistido solo por cumplir, es interesante como el lenguaje corporal  y los gestos pueden exteriorizar los sentimientos.

Desde el ingreso triunfal de la familia del papá de Gonzalo cambió el entorno, todo giraba a lo que decían los abuelos, fue un poco incómodo que se apoderaran de él para las fotos y para sus respectivos mimos, él tuvo que dejar los juegos con los amiguitos para brindarle abrazos (algo obligados) a su querendona abuela.

Creo que me hubiera parecido anecdóticamente jocosa la situación, sino fuera porque al momento típico de cantarle el Happy Birthday, el papá biológico de Gonzalo se ubicó velozmente en el centro de la mesa decorada por nosotras para la respectiva foto y soplado de vela, sin dudarlo cargó en brazos a Gonzalo y todo era fotos y más fotos. 

Fue demasiado obvio el hecho que llegara como paracaidista y se jacte de ser el padre comprometido cuando a leguas se notaba que Gonzalo estaba incomodo y buscaba con la mirada a mi hermano.

Me pongo en el lugar de mi hermano, quien lo ha criado desde los 3 años, y me jode que a él no le joda esa situación. Él dice que siempre deseará lo mejor para Gonzalo, aunque eso implique no llevarse el crédito del esfuerzo.


La fiesta termina y todos se retiran, los únicos que se quedaron al final de todo en esa casa para limpiar, acomodar y reírse de las ocurrencias de Gonzalo fueron tres personas: Gonzalo, su mamá y su papá: Mi hermano.

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